VISITA DE MARÍA A ISABEL
"Se puso en camino de prisa hacia la montaña".
En su andanza peregrina,con aires enhorabuena,lleva María en sus venas
unas células divinas.Recogida en la Palabra y en transparente custodia
va subiendo la montaña,bendiciendo cada cosa,un paso lo da la fe y el otro la caridad,canta su fíat-amén,juega con el verbo amar.Saludos entusiasmados,
su presencia es sacramento,mueve el Espíritu Santo un santo estremecimiento.
Profecías y alabanzas desde Isabel y María,y el niño inicia una danza de angélica alegría.Dios visita nuestra tierra,
día de visitación,y para servir se queda
que para eso vino Dios.
unas células divinas.Recogida en la Palabra y en transparente custodia
va subiendo la montaña,bendiciendo cada cosa,un paso lo da la fe y el otro la caridad,canta su fíat-amén,juega con el verbo amar.Saludos entusiasmados,
su presencia es sacramento,mueve el Espíritu Santo un santo estremecimiento.
Profecías y alabanzas desde Isabel y María,y el niño inicia una danza de angélica alegría.Dios visita nuestra tierra,
día de visitación,y para servir se queda
que para eso vino Dios.
¿Quien soy yo para que me visite la madre de mi Señor? ».
La visita de María a Isabel Las dos van a ser madres. Las dos han sido llamadas a colaborar en el plan de Dios.
María ha llegado aprisa desde Nazaret a una ciudad de Judá
María, « Bendita tu entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre.¿Quien soy yo para que me visite la madre de mi Señor? ». Así lo proclama Isabel a gritos y llena del Espíritu Santo. María es, antes que nada, la Madre de nuestro Señor. « Bendecida por Dios entre todas las mujeres», ella nos ofrece a Jesús, «fruto bendito de su vientre».
María, la creyente. Isabel la declara dichosa porque «ha creído». María es grande no simplemente por su maternidad biológica, sino por haber acogido con fe la llamada de Dios a ser Madre del Salvador. Ha sabido escuchar a Dios; ha guardado su Palabra dentro de su corazón; la ha meditado; la ha puesto en práctica cumpliendo fielmente su vocación. María es Madre creyente.
María, la evangelizadora. María ofrece a todos la salvación de Dios que ha acogido en su propio Hijo. Ésa es su gran misión y su servicio, María evangeliza no sólo con sus gestos y palabras, sino porque allá a donde va lleva consigo la persona de Jesús y su Espíritu. Esto es lo esencial del acto evangelizador.
María, portadora de alegría. El saludo de María contagia la alegría que brota de su Hijo Jesús. Ella ha sido la primera en escuchar la invitación de Dios:
La visita de María a Isabel Las dos van a ser madres. Las dos han sido llamadas a colaborar en el plan de Dios.
María ha llegado aprisa desde Nazaret a una ciudad de Judá
María, « Bendita tu entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre.¿Quien soy yo para que me visite la madre de mi Señor? ». Así lo proclama Isabel a gritos y llena del Espíritu Santo. María es, antes que nada, la Madre de nuestro Señor. « Bendecida por Dios entre todas las mujeres», ella nos ofrece a Jesús, «fruto bendito de su vientre».
María, la creyente. Isabel la declara dichosa porque «ha creído». María es grande no simplemente por su maternidad biológica, sino por haber acogido con fe la llamada de Dios a ser Madre del Salvador. Ha sabido escuchar a Dios; ha guardado su Palabra dentro de su corazón; la ha meditado; la ha puesto en práctica cumpliendo fielmente su vocación. María es Madre creyente.
María, la evangelizadora. María ofrece a todos la salvación de Dios que ha acogido en su propio Hijo. Ésa es su gran misión y su servicio, María evangeliza no sólo con sus gestos y palabras, sino porque allá a donde va lleva consigo la persona de Jesús y su Espíritu. Esto es lo esencial del acto evangelizador.
María, portadora de alegría. El saludo de María contagia la alegría que brota de su Hijo Jesús. Ella ha sido la primera en escuchar la invitación de Dios:
«Alégrate...el Señor está contigo». Ahora, desde una actitud de servicio y de ayuda a quienes la necesitan, María irradia la Buena Noticia de Jesús, el Cristo, al que siempre lleva consigo. Ella es para la iglesia el mejor modelo de una evangelización gozosa.»
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